No hay ningún alimento malo, es la cantidad y la frecuencia con que los comemos lo que puede generar un problema.
Queda fuera de contexto eliminar alimentos que han sido parte de la alimentación durante siglos, si se sabe que nuestros antepasados los consumían sin encontrarse con la gran cantidad de enfermedades crónico degenerativas como la diabetes, hipertensión, hígado graso; todos ligados la obesidad, entonces, ¿cuál es el verdadero problema de la lucha constante al sobrepeso y las enfermedades degenerativas?
Si bien existen diversas respuestas a esta interrogante, desde las más validas, basadas en fundamentos científicos y con el deseo de informar y comunicar a la población , hasta las más irracionales y de poco criterio profesional sin el mínimo deseo de llevar un mensaje idóneo y entendible para profesionales en la materia y consumidores en general.
Ahora bien, buscando soluciones incorrectas, se ha llegado a sustituir alimentos que han formado parte de nuestra cultura alimentaria durantes siglos por otros alimentos que, en principio, no estaban. Algunos de ellos pueden acarrear serios problemas para nuestra salud, pues es imposible engañar al organismo consumiendo sustitutos que “no alimentan” lo cual finalmente se va acumulando en una deuda energética que tarde o temprano pasará la factura al cuerpo.
Sumado a la creciente globalización que ha traído una alineación de consumo excesivo de comidas con un descontrol severo de las porciones de los alimentos, más desordenes alimenticios en horarios y estilos de vida con alto estrés.
Datos científicos de la FAO (Administración y Federación de Alimentos y Drogas) asegura que el total de energía consumida por día ha aumentado a nivel mundial, si en los años 60 se hablaba que el consumo promedio de calorías era de 2,200 kcal, al 2009 el promedio se elevo a 2,800 kcal. Esto concuerda con un aumento del 30% de calorías ingeridas extras de cualquier alimento.
Estudios basados en la ciencia humana nos dicen que tanto la sal, las grasas, el azúcar y carbohidratos en general, han sido satanizados buscando las respuestas más sencillas y aparentemente más fáciles a los fuertes problemas de salud.
Por ejemplo, el sodio al que muchos le huyen y que contiene la sal, es un nutriente esencial que permite al organismo mantener el equilibrio iónico, la presión sanguínea y ayuda a retener el agua para mantenernos hidratados. Sin éste el cuerpo fácilmente puede descompensarse por deshidratación.
Otro ejemplo son las grasas consumidas desde siempre. Hace cientos de años menos de uno de cada cien estadounidenses era obeso y las enfermedades coronarias eran algo desconocido. Las grasas protegen al cuerpo de cambios bruscos de temperatura necesarios para la absorción de las vitaminas A, D, E y K.
También podemos hablar del azúcar que es el segundo alimento base en la dieta de nuestros indígenas después del maíz. La principal función por la que siempre ha sido consumida el azúcar es por proporcionar la energía que el organismo necesita para el funcionamiento de los diferentes órganos, como el cerebro y los músculos, también promueve saciedad corporal. Esta solo contiene 4 kcal por gramo como cualquier otro carbohidrato a comparación de 9 kcal por cada gramo de grasa y 7 kcal por gramo del alcohol.
Es importante definir que tanto la sal, el azúcar y las grasas no sólo se encuentran en la mesa o como añadidos, sino también muchos alimentos ya los contienen en su composición química y muchos de ellos se vuelven grandes fuentes alimentarias.
Frente a todo y como la solución más sensata a nuestra interrogante del principio, es llevar una alimentación más equilibrada y acorde a la realidad del organismo bajo la única garantía que un alimento puede tener que es ser de origen natural, evitar que el sedentarismo sobrepase las dos horas continuas al día, y muy importante, sensibilizar desde la infancia porque allí está la base de los comportamientos alimentarios del futuro. Esta sí es una batalla educativa a trabajar en el ámbito familiar, previniendo las exageraciones en la vida de todo tipo y moviendo el cuerpo lo más que se pueda.
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